¿Son posibles los Estados plurinacionales?

Por Carlos Cámara.

"Ni jedna naša republika ne bi bila ništa, da nismo svi zajedno!" ("¡Ninguna de nuestras repúblicas sería nada si no estuviéramos juntos!"). JosipBroz Tito - Split 1962.

Yugoslavia resurgió en 1945 tras una guerra civil a cuatro bandas enmarcada en una guerra mundial. No sólo fue una guerra de defensa nacional, ni una guerra civil ideológica entre comunistas y fascistas. Para asombro de los alemanes sus colaboracionistas Chetnik, Ustachas y Yihadistas además de perseguir a judíos y comunistas se dedicaron a matarse entre ellos.

De ese caos surgió Tito, un guerrillero comunista que unió a las naciones históricas en la nación política yugoslava. Tito no venía a salvar al Serbio del Croata, ni al Bosniaco del Serbio, sino a los yugoslavos del fascismo. Los verdugos no eran sus vecinos sino los fascistas. Una idea que, si bien no era exacta, tampoco era mentira y funcionó. El problema nacional yugoslavo se solucionó. Al menos con la generación que vivió la Segunda Guerra Mundial.

Tras 20 años de un pueblo unido regresaron los viejos fantasmas. Tras producirse la rebelión nacionalista croata y que el parlamento se hiciera ingobernable, un anciano Tito encabezó la redacción de una nueva constitución de carácter confederal con la esperanza de salvar la unidad yugoslava tras su muerte.

Resultó un total fracaso. Todas las resoluciones del parlamento yugoslavo fueron vetadas por las repúblicas, enervando aún más las relaciones entre las nacionalidades.

Envuelto en una gran amargura Tito falleció. Su funeral fue el más multitudinario del S. XX. Diez años después regresarían los mismos fantasmas contra los que luchó Tito. Pero esta vez ya no estaba el “viejo” para salvar a los pueblos yugoslavos.

Aún con su fracasó Tito demostró que era posible mantener unida una nación política tan compleja nacionalmente.

Hoy se recuerda a Tito como ese viejo partisano que mantuvo unido y en paz el país durante 46 años entre dos holocaustos”. JasperRidley

Con las claras diferencias de intensidad el conflicto entre las naciones históricas es igual en España, y como en Yugoslavia el interés de la clase obrera es mantener unida la nación política. Y como Hegel diría, Tito fue la encarnación de la nación yugoslava, la clave de bóveda de  la voluntad y unidad de los pueblos yugoslavos. Para una parte de España, la única que puede resurgir para mantener unido a los pueblos de España, esa era Dolores Ibárruri. La España de los mineros asturianos, los campesinos andaluces y los obreros madrileños y catalanes.

La España plural, en gallego, euskera, catalán y castellano. La España de los trabajadores frente a la globalización y el nuevo capitalismo de burguesías desnacionalizadas e Imperios decadentes. Frente a otra España, la España de la reacción, la imposición y el autoritarismo. Una España monárquica que como la monarquía yugoslava está abocada a la implosión y el enfrentamiento entre los pueblos de España.

En Sarajevo, en los peores momentos de la guerra de los 90 se podía leer en los pedestales de las arrancadas estatuas: “¡Tito vuelve por favor!”

Tras 30 años no han faltado ni un solo día las flores y los homenajes en la tumba de Tito.

Los llamados “partidos de Tito” surgen por toda la antigua Yugoslavia y en enero de 2020 Serbia, Macedonia, Montenegro y Albania firmaron el pacto para formar la unión económica yugoslava con el fin de a medio plazo reconstruirse como estado. Un mes después la república de los serbios de Bosnia pidiio su adhesión, y de la misma forma los movimientos yugonostálgicos del resto de repúblicas.

EL pueblo yugoslavo no ha olvidado al “viejo”, como el español no ha olvidado a la República.