La pelea de Podemos con los anticapitalistas. ¿Enfermedad reformista?

Por José Avilés                    

Cualquier partido, organización o colectivo político aporta  una propuesta de organización social. Propuesta, que unas veces consiste en conservar lo existente, y otras veces en transformarlo, ya sea en sentido reformista o revolucionario. Esa propuesta de sociedad  sirve para señalar el objetivo y dirección en la que debe caminar, orientar la acción política cotidiana, condicionar las  propuestas y programas concretos, y sobre todo, hace las veces de cemento  que une personas y voluntades en una misma causa.

Así, por ejemplo,  el art.2º de los estatutos del PSOE  aprobados en su 39 congreso de 2018 dice:  <<El Partido Socialista Obrero Español es una organización política de carácter federal que, de conformidad con el artículo 6 de la Constitución Española, concurre a la formación y manifestación de la voluntad popular como instrumento para la participación política, que representa a la clase trabajadora y a los hombres y mujeres que luchan contra todo tipo de explotación, aspirando a transformar la sociedad para convertirla en una sociedad libre, igualitaria, solidaria y en paz que lucha por el progreso de los pueblos. Sus objetivos y programas son los fijados en su Declaración de Principios y en las resoluciones de sus Congresos y Conferencias >>

Dicho artículo hace una declaración de intenciones que en teoría, al menos, debe orientar la práctica diaria del PSOE.

 Esto es completado con el art. 3º  apartado 5 y 6 de esos mismos estatutos:

<< 5. La unidad del Partido descansa esencialmente en la unidad de pensamiento fundamental que se contiene en su Programa Máximo, en las resoluciones de los Congresos y Conferencias y en la unidad de acción de sus militantes cara a la sociedad.>>

<<6. Entre el Programa Máximo y la acción política medio el ancho campo de los programas transitorios y sectoriales, así como la definición de estrategias y tácticas para llevarlos a cabo. Sobre todo ello puede y debe recaer el permanente examen y debate en el seno de la Organización a través de los cauces estatutarios establecidos>> (La negrita es nuestra)

¿Pero que dice el programa máximo? el programa máximo del PSOE, aprobado en el Congreso de 1988, y sin modificación conocida hasta el presente dice:

<<Considerando: Que esta sociedad es injusta, porque divide a sus miembros en dos clases desiguales y antagónicas una la burguesía, que, poseyendo los instrumentos de trabajo, es la clase dominante; otra, el proletariado, que, no poseyendo más que su fuerza vital, es la clase dominada. Que la sujeción económica del proletariado es la causa primera de la esclavitud en todas sus formas: la miseria social, el envilecimiento intelectual y la dependencia política. Que los privilegios de la burguesía están garantizados por el poder político, del cual se vale para dominar al proletariado. Por otra parte: Considerando que la necesidad, la razón y la justicia exigen que la desigualdad y el antagonismo entre una y otra clase desaparezcan, reformando o destruyendo el estado social que los produce. Que esto no puede conseguirse sino transformando la propiedad individual o corporativa de los instrumentos de trabajo en propiedad común de la sociedad entera […}. El Partido Socialista declara que tiene por aspiración: 1. La posesión del poder político por la clase trabajadora 2. La transformación de la propiedad individual o corporativa de los instrumentos de trabajo en propiedad colectiva, social o común. Entendemos por instrumentos de trabajo la tierra, las minas, los transportes, las fábricas, máquinas, capital-moneda, etc., etc.…>>  La negrita es nuestra.

Pero ocurre, que <<los programas transitorios y sectoriales, así como la definición de estrategias y tácticas para llevarlos a cabo>>, por lo menos desde la transición hasta ahora, no han caminado hacia  esa abolición de las clases sociales  a la que el PSOE dice aspirar. Todo lo contrario, los Gobiernos socialistas  han hecho que disminuyera la participación porcentual de los salarios en un Producto Interior Bruto creciente, han ampliado la brecha entre los muy ricos, y la mayoría trabajadora,  han convertido a España en un país de servicios, han impulsado varias reformas laborales introduciendo los contratos temporales, han adaptando el mercado de trabajo a las necesidades del capital,  y han establecido fuertes lazos con grandes oligopolios y el capital financiero. Irónicamente, para convertir a España  <<en una sociedad libre, igualitaria, solidaria y en paz que lucha por el progreso de los pueblos>> el PSOE nos metió en la OTAN, y ha financiado con dinero del Estado los grupos paramilitares que se han dedicado  a matar nacionalistas vascos, fueran o no de ETA. Según  informes oficiales del Gobierno vasco, estos grupos “antiterroristas” cometieron 74 atentados, causando 66 muertos y numerosos heridos  Cosa que nunca dice la Asociación de Víctimas del Terrorismo.

A estas alturas solo un iluso puede creer que el PSOE pretenda “<<La transformación de la propiedad individual o corporativa de los instrumentos de trabajo en propiedad colectiva, social o común>>. En la actualidad el ideario y objetivos estratégicos de la mayoría de sus dirigentes, es un social liberalismo capitalista.  Y no obstante, sigue diciendo representar a la clase trabajadora y que aspira a una sociedad libre e igualitaria.

Con todo, lo de “representar a la clase trabajadora”  tendría algún sentido si se parte del punto de vista de que, durante largos periodos de tiempo, la ideología y valores de la clase dominante es transmitida a la dominada por la costumbre, los medios de comunicación, distintos centros de difusión ideológica, y sobre todo, porque que las mismas condiciones de vida y trabajo de una sociedad capitalista ejercen un efecto directo sobre la mentalidad de las personas en general, y de la “clase trabajadora” en particular. Es decir, el PSOE podría representar a una clase trabajadora alienada, que ha renunciado a ser ideológicamente “clase trabajadora”. O lo que es lo mismo, que ya no quiere  <<la posesión del poder político por la clase trabajadora. >>

Si ahora repasamos el objetivo estratégico de Podemos, es decir sus intenciones y su proyecto de sociedad a largo plazo, la indefinición en mayor que en el PSOE, y ni siquiera a largo plazo pretende “La transformación de la propiedad individual o corporativa de los instrumentos de trabajo en propiedad colectiva, social o común”.  El artículos 2º de sus estatutos dice: <<ARTICULO 2 AMBITO Y FINES. Podemos es un partido político de ámbito estatal constituido para contribuir democráticamente a la determinación de la política nacional y a la formación de la voluntad política de los ciudadanos y las ciudadanas, así como para promover su participación en las instituciones representativas de carácter político mediante la presentación y el apoyo de candidatos y candidatas en las correspondientes elecciones, con arreglo a los siguientes fines específicos: 1. Promover la participación democrática de todas las personas en la decisión y ejecución de todas las políticas públicas. Podemos se organiza democráticamente y fomenta el debate y la participación abierta, respetuosa y directa de todos sus miembros en la toma de decisiones de la organización. 2. Promover la aplicación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en todos los ámbitos sociales, políticos e institucionales>>

En definitiva, el PSOE, porque ha perdido de vista su objetivo estratégico (lo que llama programa máximo), y Podemos porque ya arranca sin objetivo estratégico, ambos partidos sitúan su horizonte político dentro de la aceptación del modo de producción capitalista, dentro de lo existente. De ello que su máxima aspiración sea  la reforma del capitalismo. Aspiración a la reforma del capitalismo casi inexistente en el caso del PSOE, dado sus lazos con la oligarquía española y el poder financiero.

Naturalmente, siempre hay creyentes ingenuos, que piensan –o creen a pies juntillas- que existe un “plan secreto” en la cabeza de los dirigentes para acabar con la explotación, pero que de momento hay que ocultarlo.

Por tanto, ni el PSOE, ni Podemos valen para acabar con la explotación, ni con el capitalismo. Significa eso que los marxistas no deben prestar atención a la lucha por las reformas? Nada de eso, la lucha por las reformas debe servir para avanzar en la supresión del capitalismo. Po eso  Lenin decía:   

<<A diferencia de los anarquistas, los marxistas admiten la lucha por las reformas, es decir, por mejoras de la situación de los trabajadores que no lesionan el poder, dejándolo como estaba, en manos de la clase dominante. Pero, a la vez, los marxistas combaten con la mayor energía a los reformistas, los cuales circunscriben directa o indirectamente los anhelos y la actividad de la clase obrera a las reformas. El reformismo es una manera que la burguesía tiene de engañar a los obreros, que seguirán siendo esclavos asalariados, pese a algunas mejoras aisladas, mientras subsista el dominio del capital>>

<<Cuando la burguesía liberal concede reformas con una mano, siempre las retira con la otra, las reduce a la nada o las utiliza para subyugar a los obreros, para dividirlos en grupos, para eternizar la esclavitud asalariada de los trabajadores. Por eso el reformismo, incluso cuando es totalmente sincero, se transforma de hecho en un instrumento de la burguesía para corromper a los obreros y reducirlos a la impotencia. La experiencia de todos los países muestra que los obreros han salido burlados siempre que se han confiado a los reformistas. […]

<<Cuanto mayor es la influencia de los reformistas en los obreros, tanto menos fuerza tiene éstos, tanto más dependen de la burguesía y tanto más fácil le es a esta última anular con diversas artimañas el efecto de las reformas. Cuanto más independiente y profundo es el movimiento obrero, cuanto más amplio es por sus fines, más desembarazado se ve de la estrechez del reformismo y con más facilidad consiguen los obreros afianzar y utilizar ciertas mejoras.[…]>>.

Incluso, cuando una reforma del capitalismo está plenamente integrada y asimilada dentro del funcionamiento del sistema, es imposible asegurar su irreversibilidad, si no existe la suficiente capacidad de movilización y presión obrera y popular para impedirlo. Y eso obviamente no lo pueden garantizar unas organizaciones que predican la paz social, y utilizan bellas palabras como “altura de miras”, o “interés general”, para esconder que la sociedad está compuesta por clases sociales que tienen intereses diferentes, a corto, medio y largo plazo. Si las reformas del capitalismo fueran irreversibles no se habría emprendido la ofensiva neoliberal a partir de los años 80 del siglo pasado.

Independientemente de la vinculación del PSOE con los grandes poderes económicos, y la ausencia de ese parentesco de Podemos –por lo menos hasta la fecha-, hay otra cuestión que impide a ambos partidos ser una amenaza para el sistema, y es que ambos han reducido la política a un ámbito electoral, regulado y normatizado por la clase dominante, que succiona la palabra democracia y acaba vaciándola de contenido. No se trata tampoco que los marxistas nos opongamos sistemáticamente a la participación electoral, sino que esta no puede convertirse en el único motivo de nuestra existencia, sino que solo es un medio auxiliar  que puede ayudar a la supresión de las clases sociales.

¿Significa todo esto que no hay diferencias entre el PSOE y Podemos? En absoluto, el PSOE ya se ha ganado la confianza de grandes poderes económicos, y Podemos, pese a su indefinición ideológica, ha recogido el espíritu keynesiano y reformista abandonado por el PSOE.  Keynesianismo y reformismo, desechados ahora por el capital al haberse visto obligado a recurrir al neoliberalismo para mantener la tasa de ganancia. Además, a Podemos han acudido buena parte de sinceros marxistas, que en ausencia de una alternativa global al capitalismo, razonan que en una época en la que el capitalismo persiste en recortar conquistas sociales, cualquier pequeña conquista se convierte en un gran avance. Pero eso no valida a Podemos, en su conjunto, como alternativa al capitalismo,  por muy radical que su discurso le parezca a la extrema derecha, y sus propuestas sociales escandalicen a la reacción de sotana.

Es a partir de lo dicho donde hay que situar el divorcio amable –de momento-, entre los anticapitalistas y la línea oficial de Podemos.

Vaya por delante, que siendo consciente de que no existen condiciones para un asalto al poder por parte de los trabajadores, no procede más que acumular fuerzas, e intentar dotarse del instrumento político y organizativo capaz de tumbar el actual régimen oligárquico; y esto desde dentro y fuera de Podemos. Es por ello, que creo que con la entrada en el Gobierno de Podemos, se ha sacrificado la potencialidad reivindicativa que podía ofrecer. Mejor hubiera sido emplear al PSOE  como muro de contención frente a la extrema derecha, pero conservar la capacidad de presión en las calles y en el parlamento, para arrancar concesiones a un Gobierno socialista débil. Es decir, incluso poniéndonos en la piel de los reformistas, hubiera sido mejor no participar en el Gobierno. Y esto es solo una opinión, que hasta que no se demuestre lo contrario, los hechos avalan. Veamos: Aunque el SMI afecta solo a los salarios más bajos, la subida del salario mínimo interprofesional a 950 ha sido exhibida profusa, estratégica, y mediáticamente, para demostrar la voluntad del Gobierno PSOE-Podemos de mejorar los salarios de los trabajadores, y de paso, utilizarla como vacuna preventiva, ante el desprestigio que podrían provocar posteriores deterioros de las condiciones de vida y trabajo, y nuevos recortes sociales impuestos por la Unión Europea.  

Como anécdota habría que añadir, que la reacción, la patronal y la derecha tratan esta subida como una gran catástrofe para la economía del país. Pero resulta, que este aumento del Salario Mínimo Interprofesional  del Gobierno PSOE-Podemos es del 5.5%, mientras que la del año anterior, con un Gobierno solo del PSOE, y un Podemos sosteniéndolo críticamente desde fuera,  se hizo la mayor subida del SMI en 40 años, con un 22,3%.

Por tanto, mientras no se demuestre lo contrario, creo que los Anticapitalistas tienen razón, y además añaden ahora a sus argumentos algo que veníamos gritando hace años cuando pedíamos la salida de la Unión europea, y es la escasa capacidad de los Estados para tener soberanía económica.[1]

Y sin embargo, creemos  que la salida de Anticapitalistas de Podemos no beneficia en nada, ni a los trabajadores ni al pueblo en su conjunto; y ni siquiera al andaluz, como pretende Teresa Rodríguez. Y la razón es que en  el fondo, la propuesta política a corto medio y largo plazo que Anticapitalistas puede ofrecer –al igual que Podemos- también se inscribe dentro de la aceptación e integración dentro del modo de producción capitalista, ni su horizonte político, ni su táctica, ni su estrategia se dirige hacia la ruptura con el capitalismo. El peso fundamental de su crítica a la dirección mayoritaria de Podemos se ha centrado en cuestiones organizativas y democráticas, pero extrañamente a cuestiones y propuestas políticas rupturistas con el régimen. Siempre me he preguntado su causa, y he llegado a la conclusión que, como cofundadores de Podemos, están infectados de la misma enfermedad reformista que aqueja a Podemos, y ello a pesar de llamarse Anticapitalistas.

Sus documentos dicen: <<Anticapitalistas es un movimiento sociopolítico que aspira a la transformación radical en la sociedad actual. Somos un movimiento asambleario, de clase, feminista, socialista y ecologista. Aspiramos a construir una sociedad igualitaria y plenamente democrática, donde la justicia social defina los valores y prácticas dominantes, en contraste con la irracionalidad y la desigualdad que caracterizan el sistema actual. Para ello, nos organizamos para luchar desde lo social y desde lo político. ¡Sabemos que sí se puede!. >>. Toda una declaración que elude las referencias a la clase obrera como sujeto político, aunque conserva la palabra clase y cita la palabra socialista. Pero en su conjunto es lo suficientemente general y confusa para que cada uno interprete lo que quiera, sin necesidad de declarar como el PSOE que  <<Entre el Programa Máximo y la acción política medio el ancho campo de los programas transitorios y sectoriales, así como la definición de estrategias y tácticas para llevarlos a cabo. Sobre todo ello puede y debe recaer el permanente examen y debate en el seno de la Organización a través de los cauces estatutarios establecidos>>

No me cabe la menor duda, de que Anticapitalistas arrastrarán a honrados militantes escandalizados por el entusiasta del aplauso de Irene Montero al Rey, por la moderación y sumisión que, en los escasos días que llevamos de Gobierno, está mostrando la dirección de Podemos, y sobre todo por la entrada en un Gobierno, que declara su fidelidad a los capitales de la Unión Europea. Pero salvo gestos para demostrar humildad y honestidad, a las propuestas políticas  de Anticapitalistas, nunca se le han visto intenciones de acumular fuerzas para tumbar el sistema en su conjunto, solo propuestas y participaciones en situaciones coyunturales y campos sectoriales, con cierta tendencia a lo institucional.  Es lógico pensar que, lo que harán en el futuro es más de lo mismo, con la particularidad que dividirán, dispersaran y debilitaran aún más a la izquierda, que aunque sea tímidamente, puede conservar latente el espíritu de rebeldía en amplias masas. Y al decir amplias masas, no me refiero al conjunto de revolucionarios, que dentro y fuera de Podemos están trabajando para construir una alternativa al modo de producción capitalista.   



[1] En importante que se entienda que la salida de la Unión Europea que proponemos, persigue librase de la presión del gran capital apátrida, para emprender una política social, mientras que las reservas de la ultraderecha a la unión Europea, busca una descentralización que le permita aplicar, sin críticas, políticas racistas, antiinmigración, anti obreras, reaccionarias y autoritarias, pero que de ninguna forma pretenden hacer nada contra los capitales apátridas. La entrega de Polonia y Hungría a las multinacionales, los recortes  salariares, las políticas anti migratorias y el retroceso democrático, pueden servir de ejemplo, sobre lo que ocurre cuando la ultraderecha se hace con el poder. En el juego de políticas internacionales, Putin los aplaude.