Un Gobierno con Podemos

Por José Avilés

Tanto FUNCAS (Fundación de las Cajas de Ahorros), como el Banco de España proporcionan datos sobre la marcha de la economía en los últimos años. Ambas entidades coinciden en afirmar que la recuperación del PIB se notó levemente en el año 2013, y alcanzó su punto más alto en el 2016, con un crecimiento anual del 3%. A partir de entonces empezó a descender, llegando al 2% en el segundo y tercer trimestre de ese año. FUNCAS prevé que  el 2019 se cerrará con un crecimiento del Producto Interior Bruto de solo el 1,9%. Pero para el año 2020, se estima que bajará aún más con 1,5%. En lo que respecta al coste laboral por hora trabajada,, aumentó el 0,7% en el año 2017,y  el 1,2% en 2018. Para el 2019, Funcas dice que el aumento de los salarios será mayor, puesto que cuando calculen el aumento del coste laboral por hora trabajada del pasado año, estiman que llegará al 2,2%. Cosa incomprensible, porque para el año 2020 la misma entidad dice que el coste laboral por hora producida disminuirá, otra vez, al 0,7%. Es decir: bajaran los salarios en relación a la productividad.

Naturalmente, en estos informes de los organismos oficiales no se tiene en cuenta que la llamada “recuperación de la economía española a partir de 2013”, se sostuvo sobre una notable bajada de los salarios cuya consecuencia ha sido la estabilización de una bolsa de pobreza de dos millones setecientos mil trabajadores ocupados cuyos ingresos no llegan al mínimo existencial, y el mayor desempleo consolidado después de Grecia. Y ello a pesar del leve repunte salarial del año 2018, que coincidió también con el aumento del empleo precario y mal pagado.

Si se mira el informe de FUNCAS, vemos que los principales indicadores económicos descendieron durante el año 2019 (gasto en consumo de los hogares, formación bruta de capital, empresas inscritas en la SS, consumo de energía eléctrica, índice de producción industrial, crédito nuevo a empresas y familias, afiliados a la SS, pernoctación en hoteles, matriculación de turismos, inversiones en equipos, etc. etc.). Caída que se aceleró durante el segundo y tercer trimestre; excepción de algunas partidas como alimentos elaborados, y la entrada de turistas -que con las lógicas oscilaciones estacionales-, durante este año se mantuvo al mismo nivel que el pasado 2018, aunque con menor gasto por turista. Pero ocurre, que como en estos últimos años el crecimiento del PIB del conjunto de la Unión Europea ha sido inferior que en España, la mayoría de partidos políticos concluyen diciendo que el impulso recuperador solamente se ralentizará, pero que se mantendrá. Es decir, todos parecen ignorar que tenemos una economía altamente dependiente, que los bajos salarios han sido la condición para incrementar la exportación estos últimos años, y sobre todo, que el turismo representa hoy el 15% del PIB; por lo que una crisis en Europa afectará directamente a la económica española, no solo en cuanto a entrada de turistas se refiere, sino también a otros sectores derivados, dependientes, o relacionados. Y ello sin tener en cuenta los efectos que puede tener sobre la economía española la recaída en la anunciada crisis mundial, la salida del Reino Unido de la Unión Europea, la política proteccionista de Trump, o su guerra comercial con China.

En este contexto, la capacidad de intervención del Gobierno español es muy limitada, ya que está supeditada a la política comunitaria europea cuyas exigencias se traducen para el ciudadano de a pie, en menor protección social, bajos salarios y empeoramiento general de las condiciones de vida y trabajo, para garantizar un crecimiento que llaman “equilibrado”. Es decir, que se pueda asegurar una tasa de beneficios aceptable para el capital; haya o no haya crisis. O sea que Bruselas empujará en sentido contrario a las medidas anunciadas para el nuevo Gobierno PSOE-Podemos, y más que eso, contra las expectavitas creadas en en los sectores populares. Por tanto, es previsible que la clase obrera y la mayoría de la ciudadanía sean nuevamente golpeadas, si no se consigue que la movilización sea lo suficiente importante para desbordar al Gobierno.

¿Qué papel puede desempeñar la presencia de PODEMOS en el nuevo Gobierno? Lo más probable es que el Gobierno PSOE-PODEMOS esté vigilado, marcado, y condicionado por los intereses de los grandes capitales refugiados en la Unión Europea. Pero no solo eso, es que también servirá para afianzar la Constitución del 78, y su monarquía –siendo esta última la institución donde se sintetizan, hoy por hoy, los intereses oligárquicos-.

Dejando claro, que mi opinión fue y sigue siendo, que un partido para la transformación social tenía que limitarse a apoyar la investidura de Pedro Sánchez como medio de frenar el avance de la derecha y ultraderecha, e imponer el cumplimiento de medidas sociales.  Pero a la vez, no debería implicarse en un Gobierno obediente del gran capital europeo. Por el contrario, tendria que haber conservado las manos libres para arreciar la presión en las calles (y en el parlamento) por reivindicaciones sociales.

Quiera o no quiera, la principal misión del nuevo Gobierno será la gestión de los intereses de las clases dominantes en una situación de crisis. Y eso no es por casualidad, sino porque a fin de cuentas los intereses nacionales siempre son los intereses de los sectores hegemónicos. Y es obvio que, sin tocar la estructuración social, ni económica, ni alterar el orden en el que se encuentran situadas las clases sociales dentro de la escala de poder político y económico, cualquier medida de carácter progresista -e incluso reformista-, que se pretenda imponer, deberá contar antes con el beneplácito de la clase dominante. Y esto último no se arranca gracias a la capacidad negociadora y habilidad de unos líderes, y ni siquiera de ministros encargados de unas aéreas, sino en función de unas relaciones de fuerza, que en el caso que nos ocupa, dependerán siempre de la presión social y la movilización. Frenar el avance de la ultraderecha, sin comprometerse con la gestión y administración de un Estado capitalista y oligárquico, es el papel que se debería haber reservado Podemos para convertirse en el canalizador, -no ya de las aspiraciones a la supresión del capitalismo-, sino simplemente de su mera reforma en dirección avanzada.

Y digo esto, porque tengo en cuenta que PODEMOS, aunque se reclama heredero del 15 M, ya nació con vocación exclusivamente electoralista y con objetivos reformistas basados en el espíritu keynesiano. Ahora bien, ¿ en lo inmediato, son las propuestas de reforma del capitalismo que hace Podemos equiparables a una traición a la aspiración del supresión del capitalismo, como la que hizo la socialdemocracia europea al final de la II Guerra Mundial, o en torno a los años veinte de siglos pasado? No. Y no, porque el contexto es diferente. Entonces el capitalismo estaba realmente amenazado en toda Europa, y ahora, una vez sorteado el peligro, el capital intenta frenar la caída de la tasa de ganancias poniendo fin a su fase keynesiana, ampliando los espacios de inversión con lo público, recortando prestaciones sociales, incrementado el grado de explotación de los trabajadores, y situando las necesidades básicas como campo para la extracción de beneficios. Las reivindicaciones sociales adquieren hoy carácter de resistencia frente a la ofensiva del capitalismo, convirtiendo cualquier pequeña conquista es una gran victoria. Al contrario, entonces el reformismo era una maniobra de distracción (o concesión) para inducir a los trabajadores a la aceptación del capitalismo. Lenin escribió: “ Los marxistas realizan una labor constante sin perder una sola "posibilidad" de conseguir reformas y utilizarlas, sin censurar, antes bien apoyando y desarrollando con solicitud cualquier actividad que vaya más allá del reformismo tanto en la propaganda como en la agitación, en las acciones económicas de masas, etc.” (Marxismo y Reformismo 1913).

Hoy por hoy, no es el carácter reformista de Podemos lo que distrae las aspiraciones –y también necesidades-, de los trabajadores y sectores populares, sino su empeño en canalizarlas exclusivamente por la vía institucional, y por otra parte, el aferrarse un difícil retorno al capitalismo keynesiano, en una época donde el capital tiene forma apátrida, y los Estados de los países avanzados son solo sus instrumentos. Descartada la supresión del capitalismo de la mano de Podemos, su actuación ha tenido dos efectos contradictorios: por una parte fortaleció la idea de que los sectores populares debían dotarse de un instrumento político; lo cual fue positivo. Pero por otra contribuyó a canalizar el descontento social hacia la vía muerta de las instituciones y privó a las colaterales exposiciones de masas de elementos populares, participativos y creativos.

A mi juicio, cuando nos encontramos en el inicio de una crisis económica, coronar esa línea de comportamiento, con la inclusión de Podemos en un Gobierno encabezado por el PSOE y sobre el que pesa un pre-acuerdo de respeto a las reglas dictadas por Bruselas, no puede traducirse más que en un nuevo jarro de agua fría sobre los sectores populares, que a medio plazo, verán cómo se disipan sus expectativas de mejoras económicas y sociales reales. Eso puede provocar un descredito de Podemos y –en ausencia de otra propuesta creíble- una nueva derrota de los trabajadores, que siempre se expresa con abatimiento, desorganización, apoliticismo y posiblemente con un ascenso del ultra-derechismo, y se sufre con empeoramiento de las condiciones de vida y trabajo. A no ser que, la misma formación de un Gobierno de izquierdas sea interpretada como conquista obrera y popular, y facilite un nuevo periodo de movilización que sobrepasando las mismas intenciones del Gobierno, e incluso de parte de Unidas Podemos, ponga en cuestión la estabilidad de la monarquía oligárquica.

Por tanto, la respuesta de los sectores colectivos, grupos, y sectores que perciben la estrechez de este encorsetamiento social y político tiene que pasar forzosamente por reforzar alternativas de ruptura con el sistema por donde tiene grietas. Se trata de unir las mejoras sociales a la reivindicación republicana, y el derecho a la autodeterminación. Teniendo siempre en cuenta, que el derecho a la autodeterminación de las naciones que hoy componen el Estado Español, aisladas de un contexto reivindicativo y movilizador en el resto de España, tendrá corto recorrido, y difícilmente podrá provocar el quebrantamiento de un bloque de Gobierno (y fuera de él) resguardado en la Constitución del 78.